Humanización de la industria con tintes de HipHop
El Rap es un estilo musical relativamente nuevo. Muchos se han referido a él como “la música del futuro”. Luego de 40 años de desarrollo, somos espectadores de cómo la industria musical comercial o “mainstream” junto con los medios, se han cuadrado y lo han reconocido al punto de incorporarlo intensamente en sus producciones de alcance mundial. Además de adoptar sus estéticas, sonidos, patrones y formatos, adopta también características humanas como la empatía, sensibilidad, amor, actitud contestataria, vicios, etc.
Escrito por Roberto “Alicantoh” Padilla
Productor discográfico del sello “Miercoles de Escuela” – www.mdemusica.cl
La industria asimila al HipHop y su estética en sus productos y campañas con el fin de llamar la atención de adolescentes y jóvenes impresionables con lo primero que ven en la pantalla. Lo reconocemos en sus artistas musicales de laboratorio, sitcoms, producciones cinematográficas, publicidad, eventos masivos, por nombrar algunos ejemplos.
Son intentos para que este inmenso público que se renueva cada día no conozca otros caminos que no sea el de seguir como ovejas por el sendero de la industria consumiendo al mainstream. La razón que prima es el dinero, pero sin duda esto responde a la necesidad del sistema de mantener el control ocupando a los medios, tal como lo dice Howard Beale en la película Network de 1976. Puede sonar un poco a conspiración de Salfate pero, ¿No crees que sea así?
Para reconocer cuándo la industria adopta estas actitudes, primero reconocemos características de este movimiento que nace como un escape para luego ser una respuesta critica y con actitud al sistema.
Colaboraciones o featurings
El movimiento nace por los jóvenes y para los jóvenes, sin ayuda externa. En este escenario el único camino fue el trabajo comunitario. Organización de fiestas en bloques abandonados de los ghettos colgándose de la luz para amplificar al DJ y sus grupos emergentes.
Ese sentido de colaboración entre artistas se ha visto siempre en canciones con los conocidos featurings donde diferentes MCs se unen en los 3 minutos haciendo tracks que quedan para la historia. Esto es una práctica que se ve también en los graffiteros, bboys e incluso DJs. La flexibilidad en el trabajo en grupo para la composición artística. Flexibilidad en el sentido de poder adaptarse a diferentes grupos de trabajo en diferentes situaciones, con la motivación de avanzar como artistas, como personas, como cultura.
Hace unos años que la industria del mainstream ha adoptado esta actitud debido a que la fórmula de sólo explotar al artista en su universo no dio más.
Entonces tuvieron que hacer colaboraciones que no nacían por la necesidad de apoyarse como personas de la misma comunidad sino como actores de la
primera línea de esta maquinaria gigante que genera millones y dicta tendencias. Contratos millonarios, grandes inversiones en campañas de publicidad que se concretan luego de un estudio de mercado que asegura utilidades. Ese es el fin.
Ejemplo de eso son colaboraciones insoportables y otras “no tanto” con artistas “urbanos” (según la industria) que no tienen otro objetivo que probar suerte para salvar a la maquinaria que hoy está obsoleta.
Si bien esto es una práctica que se hace mucho tiempo en todos los estilos musicales y actividades artísticas que no son del mainstream, reconocemos estas acciones en la industria porque no se percibe esa naturalidad al hacerlo, es mas bien un acto forzado.
Difusión v/s venta de discos
Para los artistas emergentes ha sido difícil y de vital importancia llegar al público, es decir, su difusión. La venta de discos en formato CD es un lujo que pocas agrupaciones se pueden dar y esto seguro después de un largo tiempo de regalar su música por las redes. Quienes compran hoy los discos en formato físico son los románticos que aún los valoran aunque no los saquen de sus envoltorios. En ese sentido hoy tenemos un desafío.
Así mismo, la industria ha sufrido la aparición de Internet desde donde se puede bajar cualquier contenido en minutos sin pagar más que la electricidad y la conexión a la red. Para la industria esto ha sido una amenaza, pero para los artistas emergentes la herramienta más útil.
Se vieron entonces intentos desesperados de la industria como el de Madonna con su saludo a quienes bajaban su disco desde Internet y se encontraban con un “¿Qué carajos crees que haces?” de la boca de la misma diva. También la acción de Lars Ulrich de Metallica en el 2000 para llevar a juicio a Napster.
Un salvavidas para la industria fue la comercialización musical mediante el sistema de Itunes, donde puedes comprar una canción en un dólar o el disco completo en 10 dólares aproximadamente. De hecho hoy encuentras el disco de Madonna llamado “Hard Candy” publicado el 2008 y producido por Timbaland por $13.00 dólares en Itunes.
Para los artistas emergentes, el sistema Itunes o similares es una plataforma que permite estar en un catálogo que se mueve a nivel mundial por una comisión “casi” ínfima comparado el valor del alcance que ofrece la red.
Como ejemplo, Ana Tijoux ha entrado al mercado norteamericano de forma explosiva en gran parte gracias a esta plataforma.
Entonces, la industria se ha adaptado al nuevo mercado musical que ya no da los ingresos a los que estaban acostumbrados. Estudios como Abbey Road de EMI han tenido que anunciar la venta de sus dependencias para que el gobierno británico reaccionara declarándolo monumento histórico en 2010 para mantenerlo con vida. En sus estudios se grabaron discos de The Beattles, Pink Floyd, Michael Jackson, Stevie Wonder, Oasis, Queen, Radiohead, Red Hot Chili Peppers, U2, etc.
Desde el Rap y en general con la música electrónica nos encontramos con estudios cada vez más minimalistas y hasta móviles que recurren a las nuevas herramientas de composición musical. Incluso la industria de la producción musical acompaña a productores como 9th Wonder y Dre. Les dan los créditos de nuevos productos como audífonos, softwares y librerías de sonido.
Activismo
Para el HipHop el activismo ha sido el principio. El Rap ha sido la banda sonora de variados movimientos de reivindicación en todos los rincones del planeta. Basta revisar la historia y el contexto en el que se originó.
Hoy la industria potencia acciones de activismo de sus personajes con el fin de humanizarlos y acercarlos a la gente mediante acciones superficiales que no van al grano.
Son pocos los artistas que se pronuncian de verdad sobre temas contingentes que afectan a millones. Esta bien, hacerlo o no, es tema de cada artista y cada uno es libre de realizarlo. Pero cuando lo hacen de forma repentina llama la atención inmediatamente. Un ejemplo es Calle 13 que luego de entrar al mainstream con un “Atrévete”, le da énfasis a su postura contestataria sobre varios temas. Independiente de la opinión que uno pueda tener sobre esto, no podemos negar que llamó la atención y se diferenció.
Entonces, artistas que iniciaron su carrera desde la superficialidad giran sus contenidos a cualquier contingencia que les acomode. Nuevamente no hay naturalidad ni hay mayor compromiso.
No creo que sea obligación sólo hacer música con conciencia social, pero cuando artistas hacen estos cambios repentinamente, llaman a la suspicacia. Esto quizás por el valor que le damos dentro de la cultura a la coherencia y la consecuencia.
Son varias las actitudes del comportamiento humano que están desde el principio en esta cultura y que hoy reconocemos en la industria cuando trata de cautivarnos en clave de HipHop. Nosotros estamos claros, lo conversamos con nuestra gente y nos hacemos una idea más clara de lo que pasa en el entorno. Nótese que también, nuestra propia industria chilena hace estos intentos algunas veces bien logrados y otras simplemente insoportables.
Saludos.